28 mar 2020

Desde mi terraza

Ahora que tod@s tenemos mas tiempo para pensar, (salvo aquell@s que a penas les da para respirar porque están dándolo todo en hospitales, supermercados y demás), no se si os habréis dado cuenta de que los únicos ritmos vitales son el día y la noche, así como las estaciones marcadas por el clima, el anidamiento de las aves o el crecimiento de las plantas, sean o no cultivadas. Eso de lunes, martes o fin de semana nunca ha importado nada para el resto de los seres vivos del planeta. Ahora que casi todos estamos obligados a este ritmo pausado y que a penas podemos salir al exterior, tal vez nos demos cuenta del privilegio del que disfrutan aquellos que viven o se encuentran en estos momentos, en zonas rurales. A menudo pensamos que en la ciudad lo tenemos todo, pero realmente en situaciones como las que nos acontecen, nos damos cuenta de que no somos autosuficientes, dependemos del super de la esquina, de los repartidores, dependemos del otro y sobre todo del dinero, porque todo lo tenemos que comprar. En cambio los que viven en pequeños pueblos, caseríos o similares tienen la ventaja de poder disponer de un pequeño huerto, arboles frutales, aves de corral o agua en la mayoría de los casos. No se si cuando acabe todo esto habrá quien decida irse una temporada a reconectar con la naturaleza, el monte o el mar... Estamos hambrientos de espacios abiertos, no tienen porque ser exóticos, ni lejanos, con que nos de el aire en la cara, creo que nos valdrá.



Cientos de bichitos revolotean sobre las flores de azahar ajenos al devenir de esta crisis mundial.



Por avatares del destino tengo un naranjo a 5 metros de mi cama, fue plantado en el patio verde al que da mi terraza junto a otros árboles, castaños y laureles, hace unos 25 años por un vecino que falleció antes de que llegáramos. Mi querida y bondadosa vecina Ciri, (cuya terraza esta llena de bellas plantas y flores, con mandarino y jazmín incluidos), fue quien presto esos esquejes. Las rosas y calas tampoco estarían ahí si no fuera por ella, porque hay personas que marcan la diferencia entre un jardín y un espacio verde lleno de malas hierbas. Los vecinos de los edificios de enfrente son digamos los propietarios de ese terreno y si fuera por ellos, ¿averiguar? Quitarían los arboles porque molestan, pero les resulta caro y no quieren pagar y por eso los dejan ahí, tela... Esa manera de pensar es dañina y egoísta, porque en esta zona el verano pasado se alcanzaron mas de 50ªC, os juro que podíamos freír un huevo en las barandillas. Los arboles son necesarios para amortiguan el calor y el frío extremos, almacenar agua, producir aire y ademas dan cobijo a pájaros e insectos. Esto que sucede en nuestro vecindario lo puedes extrapolar a nivel mundial. Es de máxima importancia que se tomen las medidas medio ambientales necesarias para seguir siendo el planeta azul de lo contrario nos iremos todos a la mierda. Estos inquietantes días nos dejan cifras de contagiados y fallecidos, pero también del descenso de la contaminación en los países que han adoptado las medidas de confinamiento para frenar esta pandemia. Ya es hora de cambiar, de frenar este mundo rápido y su consumismo irracional y valorar lo esencial.

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