Los medios y redes sociales se han llenado de artículos y mensajes sobre la muerte de nuestra querida Aretha Franklin. La historia de la hija del predicador que se convirtió en la reina indiscutible del soul. Esta claro que la muerte tiene sitio para todos, pero siempre he pensado que los artistas nos dejan huella imborrable con sus canciones, sus cuadros, sus poesías, sus libros, etc... Es una forma de inmortalidad y siempre podemos recurrir a sus obras para que nos sigan acompañando aunque ellos ya no estén aquí.
Aretha Franklin cantando "Chain of Fools" en su legendario concierto en Amsterdam en 1968.
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